Chocolate y la dama de provincias. Que buena pareja para una tarde de invierno. |
Temía que esta segunda entrega no estuviese a la altura de su predecesora, pero ya con los primeros compases de la novela disipe todos mis temores; la frescura, el humor sutil y el encanto que me cautivaron en el primer episodio, se han mantenido intactos en La dama de provincias prospera.
Si todavía no habéis tenido el placer de acercaros a los libros de E.M. Delafield, os invito a leer aquella primera entrada que le dediqué. Allí os presentaba a esta heroína doméstica de los años 30 que cautivó y aún hoy cautiva a lectores de todo el mundo.
En aquel primer diario la dama de provincias estaba dando sus primeros pasitos como escritora y ahora no os estropearé la trama si os digo que consiguió su propósito. Para sorpresa de muchos de los que la rodean, e incluso para ella misma, este segundo diario se abre con el éxito de su primera novela. Todo un golpe de fortuna para nuestra dama y sobre todo para su cuenta bancaria, bastante maltrecha en los últimos tiempos.
Con el éxito, todo un nuevo horizonte se abre ante ella: congresos literarios en Europa, contactos en los círculos literarios londinenses, la posibilidad de tener un apartamento para ella sola...
Un panorama tan excitante como inquietante, y es que ¿como va a tomarse Robert, su apático marido, todas estas novedades? ¿conseguirá la dama de provincias mantener en orden todos los frentes: el hogar, los niños, su matrimonio y su trabajo?
Abrid su diario y desvelareis todas esas cuestiones; seréis participes de lo difícil que resulta compaginar una vida social y familiar exitosas. La dama de provincias con sus idas y venidas es el mejor ejemplo de como llevar a flote una pequeña familia, una gran casa en la campiña de Devonshire, conservar el estilo, el éxito y no morir en el intento.
Esa vuelve a ser la base utilizada por E.M. Delafield para construir las entradas de su diario, y no es sorprendente que funcionase tanto en el momento de su publicación como en el día de hoy; por mucho que pasen los años, ser mujer no ha cambiado mucho en ciertos aspectos.
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En la soledad de su piso de Bloomsbury y en una de esas concurridas veladas literarias |
¿Nunca habéis llegado a una fiesta o a algún acto y al ver al resto de las invitadas habéis pensado: Genial, voy hecha una piltrafa? O, ¿os habéis preguntado el grado de sinceridad que acompaña un cumplido?
La dama de provincias es experta en este tipo de situaciones: "cuando llego a la estación Victoria un hombre me dice "Buenas noches chavala", pero no puedo considerar su saludo un tributo a que conservo mis atractivos juveniles puesto que: a) esta oscuro como boca de lobo y (b) por la forma en que lo ha dicho parecía borracho."
Estas son algunas de las dudas existenciales que acompañan a la dama de provincias. Si, en muchos casos bastante superficiales y frívolas, pero inevitablemente terminamos simpatizando con ella.
Pero más allá de los problemas con la moda, el peinado, las compras compulsivas o las cenas elegantes, lo que más me ha gustado de la novela es ver como el mundo cerrado del hogar, al que hasta ahora se había visto relegada la protagonista, se abre con la independencia que le proporciona su pisito de Bloomsbury.
Me ha encantado compartir con ella esos momentos de tranquilidad en los que puede disfrutar sin ser interrumpida de leer, contestar cartas o atender sulfurosas llamadas telefónicas de alguna de sus nuevas amistades. Otra cosa es que aproveche su nueva situación para tareas productivas como trabajar en su segundo manuscrito. Pero ¡ay! quien este libre de procrastinar que tire la primera piedra.
En este nuevo diario la dama de provincias hará nuevas amistades, como la superficial Pamela Pringle y también se dará cuenta de que los círculos influyentes de Londres también guardan sus trapos sucios bajo su disfraz de esplendor. Al fin y al cabo, nuestra protagonista entenderá que el hecho de empezar una carrera literaria y ganar un poco de independencia no significa romper por completo con su antigua existencia.
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Pobre dama de provincias, ¡menudo mundo de sofisticación al que ha llegado! |
Aunque creo que tengo una ligera preferencia por el primero, con ese retrato de la vida en el campo, su círculo cerrado de pintorescos habitantes y sobre todo con la gran presencia de mi adorada Mademoiselle, la niñera francesa de los niños que en esta segunda entrega tiene un rol muy secundario, he disfrutado muchísimo de las nuevas aventuras de la dama de provincias.
Estos diarios son una mezcla única de divertidos enredos domésticos y literarios, y al mismo tiempo preciosos documentos que describen en clave ligera una época crucial en la historia de la mujer. Ese momento en el que el trabajo fuera del hogar trajo consigo nuevas oportunidades y la independencia necesaria para descubrir mundo en solitario.
Esperando que lo disfrutéis y que Libros del Asteroide continúe publicando el tercer tomo de la serie, os deseo ¡muy felices lecturas a todos!