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Ejemplar de la edición de bolsillo que yo encontré de segunda mano. |
Un árbol crece en Brooklyn es uno de esos libros que, desde el mismo instante en que son publicados, dejan huella en varias generaciones de lectores. Leído en los institutos, estudiado en los programas universitarios de literatura, la novela de Betty Smith es todo un símbolo de la novela norteamericana.
Hablar de clásico es hacerle justicia; aunque para no asustar a posibles lectores, intimidados por este calificativo, mejor dejarme convenceos de forma sencilla, contandos simplemente que cuenta esta historia.
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Ilustración que aparece en la portada de la primera edición de la novela, publicada en 1943. |
La pobreza y los reveses de la vida quiebran ilusiones y endurecen los caracteres de quienes sufren. Pero los Nolan y en especial Francie luchan por salir adelante.
Y es que una vida distinta puede empezar al otro lado del puente que les separa de Manhattan; Francie lo ha leído en los libros de la biblioteca pública que siempre le acompañan. Solo es necesario armarse de valentía y no perder nunca la esperanza.
Podría continuar esta entrada sirviéndome únicamente de citaciones de la novela. Si vierais mi ejemplar, podríais ver la de montones de papelitos que señalan líneas, párrafos e incluso páginas enteras que no quiero olvidar.
Cuantas veces os he hablado de lo importante que son para mi esas historias con personajes y ambientes cuidados, bien construidos; al final acabaré por cansaros. Pero cuando tengo en las manos un libro como este no puedo más que reafirmarme. Esta novela respira por si misma, late al ritmo de los corazones de sus personajes, la valiente Katie Nolan, el encantador Johnnie, la alegre Sissy o la sabia abuela Rommely.
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Escenas de la vida en Brooklyn en 1910. |
Las calles, las casas, la comida, los trabajos, la escuela…La páginas de Un árbol crece en Brooklyn están llenas de olores, sonidos e imágenes que desbordan el papel: el olor de la taza de café que sacia el hambre de los Nolan, los pepinillos en vinagre que alegran el paladar de Francie, tan acostumbrado a la monotonía de las gachas, el árbol de navidad iluminado, el jarrón de flores de la librería…
Esa es una de las mayores riquezas de este libro, el que todos esos detalles de la vida cotidiana no sean simples trivialidades, sino el alma de la historia; determinan la vida de los personajes, sus costumbres, su identidad, pero sin caer en la tentación de adornar la realidad.
Betty Smith no escatima en mostrar la miseria de los Nolan. Ningún filtro romántico dulcifica su pobreza: ésta degrada, mina las oportunidades y el espíritu. Unos personajes caen en el camino, otros sobreviven y solo algunos, como Francie Nolan, florecen en la adversidad.
Nunca olvidaré esa preciosa imagen de Francie leyendo sentada en la escalera de incendios. Ese momento en el que decide convertirse en escritora; su coraje, heredado de las mujeres Rommely y su sensibilidad irlandesa heredada de los Nolan. En su paso de la niñez a la edad adulta, en ese aprendizaje entre sueño y realidad, Betty Smith escondió un poderoso mensaje: solo la valentía, el esfuerzo y sobre todo la educación pueden ayudarnos a vencer la adversidad.
Betty Smith no escatima en mostrar la miseria de los Nolan. Ningún filtro romántico dulcifica su pobreza: ésta degrada, mina las oportunidades y el espíritu. Unos personajes caen en el camino, otros sobreviven y solo algunos, como Francie Nolan, florecen en la adversidad.
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La autora de la novela, Betty Smith. |
Los Nolan no dejaron más herencia a Francie y a sus hermanos que una lata con unos cuantos dólares y una tumba, únicas posesiones conseguidas en una vida de duras penalidades.
Pero en su sacrificio, en ese deseo de que ellos tuviesen una vida mejor a la suya, legaron a sus hijos un bagaje lleno de riquezas que no pueden cuantificarse en dólares: la fuerza del cariño, el aprecio por las pequeñas cosas, la importancia del esfuerzo, las lecturas nocturnas de Shakespeare, los libros de la biblioteca pública… Esa es la verdadera salvia que necesita una persona para crecer fuerte y convertirse en una persona sana.
Esa es la esperanza que simboliza ese árbol de Brooklyn, que crece y florece en los lugares más insospechados:
"Un árbol crece en Brooklyn. Algunos lo llaman el árbol del Cielo. Caiga donde caiga su semilla, de ella surge un árbol que lucha por crecer. Crece en solares delimitados por tablas entre montones de basura abandonada. Es el único árbol que crece en el cemento. Crece exuberante… sobrevive sin sol, sin agua, hasta sin tierra, en apariencia. Podríamos decir que es bello, si no fuera porque hay tantos de su misma especie."
Pero en su sacrificio, en ese deseo de que ellos tuviesen una vida mejor a la suya, legaron a sus hijos un bagaje lleno de riquezas que no pueden cuantificarse en dólares: la fuerza del cariño, el aprecio por las pequeñas cosas, la importancia del esfuerzo, las lecturas nocturnas de Shakespeare, los libros de la biblioteca pública… Esa es la verdadera salvia que necesita una persona para crecer fuerte y convertirse en una persona sana.
Esa es la esperanza que simboliza ese árbol de Brooklyn, que crece y florece en los lugares más insospechados:
"Un árbol crece en Brooklyn. Algunos lo llaman el árbol del Cielo. Caiga donde caiga su semilla, de ella surge un árbol que lucha por crecer. Crece en solares delimitados por tablas entre montones de basura abandonada. Es el único árbol que crece en el cemento. Crece exuberante… sobrevive sin sol, sin agua, hasta sin tierra, en apariencia. Podríamos decir que es bello, si no fuera porque hay tantos de su misma especie."
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Coup de coeur más que merecido |
En estos momentos en los que la educación, la cultura y el valor del esfuerzo están en entredicho; cuando medrar y especular son garantía de éxito y admiración, hace falta leer y amar más libros como este.
De todo corazón, que disfrutéis de Un árbol crece en Brooklyn.
PD. Un árbol crece en Brooklyn ocupa el año 1943 en mi Century of Books.